En un mundo con tanta diferencia social, con tan impactante y grave cambio climático, pensar que las empresas no tienen un rol protagónico para mejorarlo es irreal. Las empresas, operan en un entorno que incluye al ambiente y a las personas; por lo que asumir la responsabilidad sobre sus impactos, es obligatorio. Y sí, además de asumirla, ¿las empresas “disfrutan” de una serie de beneficios que optimizan el negocio?
Para poder llegar a entender cómo realmente el modelo de negocio sostenible ayuda a crecer a la empresa, debemos comprender primero ¿qué implica trabajar de manera sostenible?
Evolución. Lo que hoy conocemos como “una herramienta estratégica de gestión y de transformación social y ambiental” nace cuando las empresas empiezan a mirar para afuera, con donaciones y acciones filantrópicas, sin que éstas tengan impacto alguno en la empresa o siquiera vinculación con el modelo de negocio. Con el paso del tiempo, estas iniciativas evolucionaron a inversiones sociales con resultados tangibles que generaban mejoras concretas en la comunidad donde operaban o en beneficios directos a los colaboradores. Estos fueron los pasos previos para hablar realmente de la responsabilidad social empresarial, en la que se plantean acciones específicas vinculadas al modelo de negocio propiamente y por supuesto, buscan el desarrollo sostenible de la empresa. Resaltando la “responsabilidad” de la empresa ante los impactos que sus decisiones y actividades ocasionan en la sociedad y el medio ambiente en los que operan.
El escenario ideal hoy nos invita a hablar de una “empresa sostenible”. Una empresa que, de manera transversal, en cada uno de sus procesos y decisiones, tiene incorporada la mirada sostenible; una gestión integral, en la que la misma busque su propio crecimiento y desarrollo, sin entorpecer las generaciones futuras, siendo conscientes de que todo lo que hagamos hoy no comprometa los recursos del futuro.
Qué es y que no es. Para hablar de un modelo de negocios sostenibles íntegro y transversal, debemos tener en cuenta siempre como objetivo la triple línea de impactos: económico, social y ambiental. Contrario quizás a los que muchas empresas pregonan, hablando solo del eje del medio ambiente, sin tomar en cuenta que el impacto positivo en él, desde una empresa, solo se logra con el desarrollo de las personas y por supuesto, con números en el balance favorables.
Por otra parte, es importante entender que cumplir la ley, dar vacaciones, tener a todos los colaboradores en IPS, u otorgar el permiso de maternidad, no es sustentabilidad. Cumplir la ley permite a una empresa operar, la sustentabilidad permite prosperar. Las acciones y proyectos extra mile son las que construyen al crecimiento de la empresa; mediciones de impacto, beneficios para los colaboradores, inversiones en optimización de procesos son algunos de los ejemplos de esa milla extra.
Una empresa no logra ser sostenible de un día al otro, al abarcar todos los procesos de esta, también involucra a todos los stakeholders, incluyendo accionistas, colaboradores, comunidad en la que opera, proveedores, etc. Y por ende es un camino interesante para recorrer, para lograrlo resulta imprescindible quitarse el sesgo cortoplacista, y entender que las acciones deben ser priorizadas de mayor a menor criticidad mirando el fin del negocio. Solo de esa manera, en el tiempo que tome, se verá el impacto real, tanto en la última línea del balance, como en la sociedad y el ambiente.
Y por supuesto, para lograrlo se necesita convencimiento 100% de los dueños o del CEO, se precisan líderes con nuevas miradas del negocio, alejándose un poco del modelo tradicional donde quizás existía mucha vocación comercial, poco foco en la cultura organizacional, y cierta facilidad a tomar riesgos sin medir demasiado las consecuencias, los impactos reales.
Comprendido acerca de lo que realmente es e implica un modelo de negocio sostenible, conozcamos sus beneficios; partiendo de que el mismo busca, contemplando todas las aristas, garantizar la supervivencia de la empresa en el tiempo. Un plan de sustentabilidad propone siempre procesos de mejora continua, mitigando riesgos, reviendo procedimientos y decisiones constantemente; formando así empresas más resilientes, a la altura de mercados tan desafiantes y cambiantes como los de hoy en día.
Eficiencia y ahorro, como indicamos, al encontrarse la empresa permanente en procesos de mejora, optimizará sus procedimientos y esto, indefectiblemente, traerá reducción de recursos. Ahorrando por ejemplo en energía eléctrica, en combustible, en insumos de oficina y papeles, solo por citar ahorros que se pueden dar con pequeñas acciones dentro de la empresa.
Sobre el mismo punto, el fundador de Virgin, Richard Branson asegura que el cliente no es el más importante, el colaborador es el más importante porque si cuidás a tu colaborador, el cuidará a tu cliente. Extendiendo esta premisa, los beneficios para los colaboradores se trazan como un mínimo necesario para prosperar, como ya expusimos, ofrecerles más que solo lo impuesto por la ley. Estudios demuestran que las personas hoy eligen trabajar en un lugar con un propósito claro, en una empresa responsable, dicho de otra manera “en una empresa que haga el bien”, donde cada persona sienta que está creando un impacto positivo al ir a trabajar día a día. Y como es sabido, ante una menor rotación y sobre todo logrando ese mayor compromiso del colaborador, la empresa crecerá.
Y no menos importante, la construcción de marca, tanto interna como externamente. En esta era digital que vivimos, los riesgos de crisis reputacionales están en el minuto a minuto, con todo lo citado arriba y, sobre todo siendo condescendientes con lo que dicen y hacen, no solo se disminuye dicho riesgo, sino que también se gana la famosa “licencia para operar”, la que nos permite establecer una conexión genuina con nuestros clientes, diferenciarnos de la competencia y aprovechar la oportunidad única de ser vistos y recibidos de manera positiva, tanto en la comunidad como en el mercado en el que se opera.
Y, por último, y con una breve mirada global, pero de inminente llegada a nivel local, una empresa sostenible aumenta significativamente su atractivo para inversionistas. Eso sin contar que cada día más bancos, bolsas de valores, multinacionales e incluso el propio estado paraguayo, incluyen criterios de sustentabilidad en sus licitaciones o requisitos.
Como punto clave, y como sugerencia para quienes aún no iniciaron en este camino, lo importante es empezar por dentro, SER PARA HACER. “Ordenar la casa” como primera acción, cumplir con principios éticos y de transparencia, establecer políticas claras, medir para luego mitigar los efectos en el ambiente; para más adelante trabajar con las familias de los colaboradores, luego con la comunidad, y a mediano plazo aportar al desarrollo del país.
En conclusión, existen numerosas y reales razones que demuestran que la sustentabilidad es sinónimo de rentabilidad. A las empresas les queda el desafío de anticiparse a lo que en el futuro será obligatorio para operar, asumiendo la responsabilidad de sus impactos y adelantándose en la implementación de los modelos de negocio globales. Y teniendo en cuenta que, al hacerlo, tendrán la oportunidad de aprovechar todos los beneficios citados en este espacio.